viernes, 15 de julio de 2016

El chucrut y mi amor por los fermentos

No es lo mismo un jugo de uva que un vino. Ni es lo mismo el vinagre o la sidra, aunque puedan salir de la misma manzana. La diferencia entre uno y otro la hacen las bacterias. Y son las bacterias las que convierten el repollo en chucrut.

Cuando hablamos de comidas deliciosas, la palabra “fermento” suele no encajar. Pero no lo hace por desconocimiento nuestro, porque en realidad las comidas más apreciadas son fermentadas, el pan por ejemplo sería solo un bloque duro de harina sin el proceso de fermentación.

Vale aclarar que no es lo mismo algo fermentado que algo podrido. Lo gracioso es que el límite entre uno y otro es bastante versátil y puede cambiar de cultura a cultura. En Corea el kimchi (básicamente repollo muy condimentado y dejado a fermentar un par de días) es una comida fundamental, pero a un paladar uruguayo capaz que le resulta desagradable, con un aroma más parecido a un compost que a un manjar.

El chukrut es la puerta de entrada al fantástico mundo de los fermentos (si amigos, usé la palabra “fantástico” y “fermento” en la misma oración). Hay que recordar que las heladeras (o refrigeradores, neveras o como les digan en sus países) no existieron desde siempre, de hecho existen hace unos 150 años. Inclusive hoy en día para mucha gente tener una todavía es un lujo. Y los fermentos son una forma de mantener un alimento, por ejemplo la leche se puede pudrir en una tarde, pero el queso se puede mantener por meses. Por eso los fermentos cumplieron un rol importantísimo en todas las culturas.

Además el proceso de fermentación aporta características que de otra forma no tendríamos (aromas, sabores, texturas y hasta propiedades nutricionales).

Mi pasión por el tema nació a partir del libro “wild fermentación” de Sandor Ellix. Si tuviera que recomendar un solo libro de cocina sería ese. Mezcla recetas con experiencias personales, información sobre fermentos de diferentes culturas, y todo escrito por alguien apasionado del tema, que encontró en la cocina un interés que le ayudó a vivir con una enfermedad que le puso una sentencia de muerte sobre su cabeza. Realmente es un gran libro. Les cuento un secreto, lloré cuando lo terminé de leer, en serio. Lo cual entiendo que suena ridículo viniendo de un libro de cocina, pero creanme que no es el típico libro de cocina.

Con los fermentos (salvajes, ósea que se trabaja con las bacterias que están en el ambiente) lo que fermente en mi cocina va a ser diferente del que hagas en la tuya. El abanico de sabores es realmente infinito, un chukrut nunca va a ser igual que otro.

Vivimos en una cultura de lo inmediato, de la satisfacción hecha producto listo para consumir. Con los fermentos (y con la vida misma) no es así. Lo bueno lleva tiempo cultivaro. El chukrut nos invitan a llevar otro ritmo, a planificar un poco, a parar la ruedita del hamster, a probar, errar y probar de vuelta. Y a cambio, nos da un abanico infinito de sabores, aromas y texturas. No tenemos porque conformarnos con los sabores que están en el mercado. Acá la imaginación está al poder. Con los fermentos y con la cocina en general, el valor no lo pone el mercado, el valor está en la intención de las manos que lo hacen.

....

Saliendo de la poesía y volviendo al chucrut, la forma de hacerlo es muy simple pero hay que tener varias consideraciones. Así que antes de hacerlo, hay que leer bien todas las instrucciones.

Chucrut, ingredientes

  • sal 
  • repollo (cuanto mas fresco sea el repollo, mejor) puede ser blanco o colorado agua si es necesario (sin cloro)
Otras elementos necesarios
  • Tarro de vidrio
  • Otro tarro de vidrio (o vaso) que entre dentro del primero.
  • Un platito
  • Un repasador o tela para taparlo.

Preparación:


  • Picar el repollo bien finito, reservar un par de hojas sin picar. Descartar la parte más dura del centro. (imagen 1) Poner el repollo en un bowl con la sal y amasarlo apretando un poco. La idea es que se rompa un poquito y ayude a soltar el líquido. ¿Cuanta sal? Más o menos 1 cucharada por kilo. Pero esto es flexible. Hay gente que opina que tiene que ser sal sin yodo, porque el yodo mata a las bacterias, yo usé sal común y siempre me funcionó. Quienes saben dicen que la sal kosher es ideal, pero como no puedo conseguirla, usé sal regular.
  • Dejarlo reposar unos minutos. Si todo anda bien, el repollo va a soltar bastante líquido. (imagen 2) Ponerlo en un tarro de vidrio apretando bien, que quede compacto (imagen 3). Ponerle las hojitas que reservamos sobre el repollo picado, de modo que separen el repollo del líquido que queda arriba. Algo así como una tapa de hojas de repollo. Ningún pedacito de repollo puede quedar flotando sobre la superficie. Lo que quede afuera se va a pudrir.


  • Agregarle el otro tarrito para que haga peso. La idea de esto es que el repollo quede abajo cubierto de líquido. Esto es así porque queremos a las bacterias anaeróbicas, es decir las que no necesitan oxígeno. Las partes en contacto con el aire hacen crecer otro tipo de bacterias, que van a hacer que se pudra el repollo. Por eso nada puede estar sobre el liquido, ni flotando. Taparlo con una tela o repasador para que no le entren insectos o polvo. No cerrar nunca el tarro. El fermento genera gas y el gas puede hacer explotar un tarro cerrado herméticamente. El gas siempre va a necesitar salir. Poner el frasco sobre un platito, porque puede que se escape algo de líquido. Guardarlo en un lugar obscuro.
  • Esperar. La cantidad de días depende del clima y el gusto de cada uno. Con calor se desarrolla más rápido, y cuantos mas días esté, más intenso es el sabor. Buscamos un sabor avinagrado, como si fuera una vinagreta, nunca desagradable. (Si es desagradable, algo salió mal :/ )


  • Demora entre 3 días a 3 semanas. Para saber si está hay que levantar la tapita y probarlo. Una vez que consideramos que está pronto se descarta la parte de arriba y se guarda en la heladera para evitar que continúe desarrollándose. Puede ser que la parte de arriba tenga hongos, descartar esa parte y guardar el resto, que todavía es comible. Para saber si está bien solo hay que confiar en el paladar. Gusto sabroso y agradable=chukrut. Gusto o aroma desaagradable= mejor suerte la próxima vez.

Yo intenté 3 o 4 veces hasta que le agarré la mano. ¡A no desanimarse!
pd: investigen sobre las propiedades nutricionales del chucrut, porque son una maravilla. 

viernes, 8 de julio de 2016

Garbanzos crocantes al curry



Antes hacía esta receta
dejando hinchar los garbanzos en agua toda la noche, después los hervía y los tostaba en el horno.
Eventualmente vi una receta similar en este lindo blog que se llama Danza de Fogones pero que lo hacían sin el paso de hervir los garbanzos. Lo intenté y fue un éxito. Quedan perfectos, y son un snack saludable que le puede gustar a todos, así que es una buena idea para servir en reuniones y fiestas.

Ingredientes.
  • 250 gr de garbanzos secos . Esta cantidad da para un bowl mediano, para dos personas mas o menos.
  • 1 cucharada de Curry en polvo (a mi me gusta el picante, y lo recomiendo)
  • sal
  • 3 cucharadas (aproximadamente) de aceite (si es de oliva, mejor, si no cualquiera con sabor neutro como de girasol o de arroz)

Preparación

Dejar los garbanzos toda la noche en remojo. Tienen que estar sumergidos en el triple de volumen de agua que de garbanzos. Colarlos, sacarles la mayor cantidad de agua posible (tampoco hay que volverse loco en este paso) y ponerlos en una asadera con el aceite, la sal y el curry en polvo. Mover la asadera para que los garbanzos se mezclen bien con el aceite y el curry.
Dejarlos en el horno con fuego medio a fuerte por unos 30 a 40 minutos. Chequear cada 10 minutos y mover un poco la asadera para que queden doraditos de forma pareja. Están prontos cuando están dorados por fuera y blanditos por dentro. Si pasa el tiempo y están blanditos pero no se doran entonces hay que subir la temperatura del horno, si llegan a estar dorados pero medio duros por dentro… se nos pasó de horno, suerte la próxima vez, seguro igual se dejan comer. Quedan mejor si se sirven recién hechos :)

Las posibilidades de condimentos son infinitas y dan para divertirse. Si llegan a hacer esta receta a mandenme una foto así la subo al facebook de Noeliska. :D

miércoles, 29 de junio de 2016

Manual de huerta urbana – el rabanito, tu mejor amigo.

Generalmente cuando la gente quiere empezar una huerta en lo primero que piensa es en plantar tomates y/o morrones (pimientos). No se porque está esa creencia de que lo más fácil de plantar son esas cosas. Yo les digo, como experiencia personal, que los rabanitos son tu mejor amigo.

Para gente como uno que no tiene mucha idea de los misterios de la huerta, que no le da la paciencia para esperar infinitos meses en ver resultados, y que el espacio para plantar es una maceta o el cajón que entra en la azotea o el balcón, les digo: planten rabanitos.

Si, entiendo que no suena como la verdura más deliciosa del mundo, pero recuerden que:

a) A diferencia de los tomates, o la mayoría de las verduras, el rabanito se puede plantar casi todo el año (salvo en invierno, buh).

b) No necesita una tierra muy particular, suelen crecer sin problemas si se les da un mínimo de cariño (y por cariño entiéndase una tierra mas o menos fértil y siempre húmeda).

c) Puede crecer en maceta perfectamente. Necesita unos 15 cm de profundidad (como mínimo). Yo lo planté en un cajón de verduras y funcionó bien.

d) Se cosecha a las 6 semanas. Una maravilla para los ansiosos.

e) Les prometo que si lo plantan ustedes, de repente ese rabanito va a ser el mas rico del mundo. Y la ensalada la van a comer despacito y con los ojos cerrados.

Si quieren consejos más profundos sobre como plantar rabanitos, una rápida búsqueda en google va a calmar a los más exigentes. Mientras tanto, lo que les puedo transmitir es mi experiencia personal, que básicamente se resume a rabanitos= éxito en la huerta.

Y los dejo con un video del nacimiento de uno de ellos. Fue tan deforme como delicioso.

viernes, 24 de junio de 2016

Reflexiones de una vegana viviendo al lado de un matadero




Los que escucharon alguna vez a un cerdo muriendo saben lo terrible que es y lo difícil que es describirlo. Ahora multipliquen ese sonido por 200. Sonaba como la más espantosa agonía. No creo en el infierno, pero si existiera estoy segura de que se escucharía de esa forma. Era imposible hacer oídos sordos a eso.

Al escuchar esos gritos te pasa una reacción física, una urgencia de salir corriendo a ayudar a quien sea que esté sufriendo tanto. Urgencia de hacer algo, lo que sea pero ALGO. Pero ese primer impulso hay que reprimirlo, porque en seguida uno entiende que esa es una maquinaría gigante, y cualquier idea para que esos animales dejen de sufrir es ridícula.
Todos los días después del concierto del infierno, venían los olores. Un olor a mierda de animales y otra cosa indefinible que solo puedo imaginar como una mezcla de sangre y mugre, y en mi imaginación probablemente miedo también, que seguro el miedo huele fuerte.

No podía creer que hubiera gente tan indiferente viviendo ahí, escuchando esos ruidos día tras día, sin hacer nada. Sin ni siquiera reflexionar sobre la cadena de eventos que llevan a que existan esos lugares. Comiendo jamón, sin hacer la conexión, como si nada. Es impresionante como los humanos podemos acostumbrarnos a cualquier cosa. A lo que fuere. Nunca terminé de acostumbrarme al sonido (de hecho hasta el día de hoy si escucho un sonido muy agudo lo asocio al matadero) pero creo que si me hubiera quedado el tiempo suficiente, yo también hubiera dejado de escuchar esos ruidos.

Eventualmente pude entender como la gente hace vida normal al lado de esa atrocidad. Y eso me hizo cuestionarme bastante cosas.

Empecé a reflexionar sobre porque no hacemos nada por cambiar realidades horrendas. Pensé que una posibilidad era por simple desconocimiento, y otra, por considerar a esa realidad como un monstruo tan gigante que es imposible de derrotar, entonces solo queda normalizarlo, convencerse de que el monstruo no es tan malo, al punto de estar en su equipo, de llegar a defenderlo. En este caso, están los que siguen consumiendo cerdos y por lo tanto apoyan todo este sistema del horror, porque simplemente nunca vieron la verdadera cara de la industria (y cuando vean la sangre, las miradas de desesperación, los gritos de ayuda, cuando huelan a que huele todo eso estoy seguro van a dejar de apoyarla).
Y están los otros, que viendo al monstruo a los ojos, viendo toda esa bola de horror, escuchando los gritos de extremo dolor y agonía, prefieren creer que las cosas son así porque siempre lo fueron y si siempre lo fueron es porque así deben ser. Prefieren creer que los cerdos nacieron para ser jamón, y que la carne es buena, y que las proteínas, y que la familia, y que dios, y que el trabajo, y que las costumbres.

 ¿Y saben que? Los entiendo. Entiendo porque alguien se haría amigo del gigante en vez de intentar derrotarlo. Porqué la gente pone mil excusas para justificar los comportamientos más aberrantes. Lo entiendo porque se lo difícil que puede ser intentar derrotar a esos monstruos. Para derrotarlos primero hay que asumir que el monstruo está ahi, mirarlo a los ojos. Mirarlo de verdad.
Hay que aceptar parte de la responsabilidad, y hay que morirse un poco junto con todos esos cerdos que mueren colgados desangrándose, hay que verse las manos y ver que están manchadas de sangre, descubrir que en parte el monstruo somos nosotros. Y no es fácil. Es más fácil burlarse, o no buscar información, o justificar con la religión o con la historia o con quien sabe que antes de sentir en carne propia aunque sea un poquito lo que les hacemos a los otros. Los entiendo y por eso ya no me enoja la burla, porque se que la burla es una protección para no pensar o sentir algunas cosas, como también lo es la ignorancia, o la agresividad.

Gran parte de crecer (como personas y como sociedad) es asumir cuando hacemos algo que no está bien. Se trata de mirar ese monstruo a los ojos, dejar de hacer como que no existe, dejar de justificarlo. Aceptar mi responsabilidad en todo esto, y cambiar. Y cuando cambio yo, cambia mi familia y cambia el barrio y cambia el país y cambia el continente y cambiamos todos. Y ya es hora de ir cambiando.


Para terminar un par de cosas: quiero contarles, que se ve que la ironía no fue lo suficientemente grande en esto de que un par de veganos terminen viviendo a unas cuadras de un matadero (con un cuartito con ventana con vista al mismo), sino que al final del viaje pasamos en la casa de un chico que nos hospedo muy amablemente, y cuya mascota era Jorgi, un cerdo divino, que le gustaba comer y que le rasquen la panza.

Por otro lado, volviendo al pueblo, ahí encontré un grafiti que me pareció una intervención brillante, hecha en una ladera de una colina en donde el sonido de los animales asesinados llegaba fuerte y claro. Era enorme que decía “I am the pig” (yo soy el cerdo).

miércoles, 13 de abril de 2016

Tahini hecho en casa

El tahini básicamente es una pasta de sésamo. Y además de ser rico por si mismo, es MUY importante porque es un ingrediente fundamental del hummus. Si, se puede hacer hummus solo con garbanzos, pero no es lo mismo. El tahini le aporta un sabor particular y una textura más cremosa. El hummus con tahini es otra cosa, es otro nivel de hummus. Y si, por si no se nota, soy una apasionada y fuerte defensora del hummus :P

El tahini también sirve para hacer una salsa muy usada para los queridos falafel, algo así como una mayonesa pero mucho más sana y con muchísimo sabor... pero esa receta va más adelante ;)

Además de que es un ingrediente fundamental para hacer un buen hummus (o paté de garbanzos), y también se usa para el el baba ganoush (paté de berenjena) el tahini aporta calcio a nuestra dieta (un par de cucharadas un 15% del calcio del día aprox.), y otros nutrientes como proteínas, fósforo, vitamina B1, entre otros.

Y por último y no menor, se hace muy rápido y es un ingrediente difícil de encontrar por ahí hecho, y si se encuentra es bastante caro, así que la versión hecha en casa es súper útil.

Ingredientes 

  • 1 taza de sésamo pelado 
  • 1/3 de taza de aceite de oliva suave (u otro aceite de sabor suave) 

Preparación: 

Es muy importante tostar las semillitas para que suelten sus propios aceites. Pero son muy chiquitas, así que es muy fácil que se quemen. Para evitarlo recomiendo tostarlas en una sartén sin aceite, a fuego bajo y revolviendo todo el tiempo. No debería demorar más de 5 minutos, el sésamo empieza a ser más aromático y a quedar con un tono mas doradito. De vuelta, es muy fácil que se quemen, así que este paso hay que hacerlo con mucho cuidado.
Después, mezclar los ingredientes y licuarlos, yo lo hice con la licuadora de mano (mixer, o mini pimer) hasta que todo se vuelva líquido. Personalmente no me preocupa mucho que no quede con una textura en extremo líquida. Pero si la quieren más liquida, es simplemente procesar con más tiempo, y agregar aceite si la licuadora lo necesita para funcionar mejor.

miércoles, 6 de abril de 2016

Té de cardamomo y vainilla


Estos días tuvimos la suerte de alojar a unos viajeros de Argentina: Fede y Leti, y además de compartir con nosotros un montón de historias y energía de viaje, nos compartieron unas cuantas comidas y también este té de sobremesa, que me encantó y quería compartir con ustedes.

La vainilla va perfecto con el té negro, y no a mucha gente se le ocurre combinarlas, o por lo menos a mi nunca se me había ocurrido.
Al cardamomo le tengo un respeto importante, porque puede llegar a ser muy dominante. Para quien no lo conoce, es un condimento que se usa bastante en la comida hindú pero que por estas zonas no es tan conocido. Se vende en vainitas o en polvo, pero creo que siempre es mejor comprar las vainas, son más controlables y mantienen más el sabor.

Ingredientes para 4 tazas de té 

  • 3 cucharadas de té negro en hebras o 3 bolsitas de té negro 
  • 6 vainas de cardamomo 
  • 1 cucharadita de vainilla
  •  4 tazas de agua caliente
  • endulzante a gusto (yo usé estevia en gotas)

 Preparar como cualquier otro té :)


***
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miércoles, 30 de marzo de 2016

Cebolla caramelizada al aceto

La cebolla caramelizada esta buena para tener en la heladera siempre y usarlo con cualquier cosa para darle más gracia. ¿El arroz te quedó soso? Cebolla caramelizada. ¿El sandwich tiene el mismo gusto de siempre? Cebolla caramelizada. ¿No sabés que ponerle a los fideos? ¿Que tal... cebolla caramelizada?
Funciona como comodín culinario, pero uno mucho más digno (¿digno?) que por ejemplo, el ketchup o la mayonesa.
El aceto balsámico (también conocido como vinagre de módena o vinagre balsámico) le da un nivel más de sabor, que para mi está buenísimo, pero no es para todos.

Cebolla caramelizada al aceto balsámico 

 Ingredientes: 

  • 3 cebollas (yo usé cebollas coloradas) 
  • 1 cucharada de azúcar 
  • 4 cucharadas de aceto balsámico (también conocido como vinagre de módena o vinagre balsámico)
  • 1 cucharada de aceite de coco (o a falta de aceite de coco cualquier otro aceite que tengas) 

Preparación:


Las cebollas caramelizadas se hacen a fuego bien lento, y las originales no llevan azúcar, solo se caramelizan con el propio azúcar de las cebollas. Pero este proceso es bastante largo, y les comento que no soy una persona con una paciencia de oro, así que yo hago la versión un poquito tramposa, pero más rápida.

Las cebollas se cortan en rodajas y se sofritan con la cucharada de aceite. Yo usé de coco, porque le tengo un fanatismo importante, pero es substituible por cualquier otro aceite. La idea es cocinarlas a fuego bien bajo, y mantenerse cerca de la cocina para revolverlas cada tanto para que no se peguen ni se quemen. Si se seca mucho la preparación, agregar un poquito de agua.
Cuando estén transparentes, blanditas, bastante cocidas (20, 25 minutos), agregarles la cucharada de azúcar y el aceto balsámico (también conocido como vinagre de módena o vinagre balsámico).

Esta receta es de esas que permiten libertades creativas, ¿no te gusta tanto lo agridulce pero si lo ácido? Entonces menos azúcar y más aceto. ¿hay alguna hierba que le quieras agregar? Ahora es el momento. Una vez que se evaporó el líquido del aceto, ya está pronto. ¡Ni me pregunten cuanto dura en la heladera porque vuela!


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miércoles, 23 de marzo de 2016

Helado vegano de chocolate y frutilla

Amo las recetas que son saludables pero que no lo parecen. Este helado no tiene nada que envidiarle al helado mas gordo y cremoso, pero está hecho de fruta.
Ya se los había presentado hace un tiempo con la versión clásica de banana. Y si lo hicieron alguna vez seguro pudieron comprobar lo increíble que queda y lo cremoso que es, sin tener lácteos. Solo bananas congeladas y nada más.

Como estoy en campaña constante para que la gente conozca esta receta, hoy les traje dos variantes: frutilla y chocolate, ambos son tan buenos como el original.

 

Helado de frutilla, ingredientes (para 2 porciones): 

  • 8 frutillas (aproximadamente) 
  • 1 banana madura (con puntitos negros en la cáscara) 

Preparación: Lavar y sacarle las hojas a las frutillas, y congelarlas. Pelar las bananas, cortarlas y congelarlas.
La receta está pensada para que tenga más o menos el mismo volumen de frutillas que de bananas. Esto es importante porque la banana le aporta lo cremoso, y la frutilla el color y gran parte del sabor. Pero la frutilla es bastante mas acuosa, así que cuanta más frutilla tenga y menos banana, menos cremoso queda. La banana también aporta sabor, así que les propongo hacer mitad y mitad, así nos quedamos con lo mejor de ambos, el sabor de la frutilla y lo cremoso de la banana. Una vez congelado todo, se procesa la fruta, y se sirve :)
Yo uso una procesadora pero también se puede usar un mixer (o mini pimer). También se puede usar una licuadora potente, en una licuadora común va a quedar más bien líquido.

 

 Helado de chocolate, ingredientes (1 porción) 

  • 1 banana madura (con puntitos negros en la cáscara) 
  • 1 cucharada de cacao en polvo Preparación. 
Preparación: Lo mismo que el anterior. Congelar las bananas maduras peladas (cuanto más madura más dulce), y procesarlas junto con el cacao.

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miércoles, 16 de marzo de 2016

Milanesas de avena






Quizás suene raro esto de hacer milanesas con avena, pero realmente tienen que probarlas, quedan mejor de lo que uno se podría imaginar Esta es una receta que hacía mucho en mis primeros años de veganismo y que después por algún motivo dejé de lado, ahora la saqué del cajón de los recuerdos para compartirla con ustedes.


Ingredientes:

  • 2 y 1/2 tazas de avena instantánea 
  • 3/4 tazas de agua (aproximadamente) 
  • 1/2 morrón rojo 
  • 3 dientes de ajo 
  • 1 cebolla chica 
  • 1 cucharadita de comino 
  • 1/4 cucharadita de pimienta de cayena (o nada de pimienta, si no te gusta lo picante) 
  • 1 cucharadita al ras de sal 
  • 1 cucharadita de pimentón dulce 
  • pan rallado o salvado de avena para empanar 
  • jugo de limón 

Preparación:


Remojar la avena con agua tibia. Mientras tanto picar la cebolla, el ajo y el morrón, bien, bien chiquito.

Mezclar la cebolla, el morrón, el ajo (las tres cosas crudas), la sal y la pimienta de cayena con la avena.

Buscamos generar una mezcla que esté lo suficientemente firme como para manipular. La cantidad de agua puede variar, recomiendo irla agregando de a poquito. Si queda muy blanda la mezcla agregarle un poco mas de avena, o más agua si quedó muy dura.

Con las manos húmedas ir armando las hamburguesas, primero se arman unas bolitas, y después se aplastan.
Truco: para evitar que te quede la mitad de la mezcla pegada en las manos, procura mantenerlas un poco mojadas siempre, y libres de restos de la mezcla. Poner el pan rallado en un plato llano y pasar las hamburguesas para empanarlas.

No necesitan nada para que se les pegue el pan rallado, se le pega con la humedad de la masa. Hacerlas en el horno fuerte con una asadera aceitada, o a la plancha o sartén. Absorben bastante el aceite, así que si se hacen en una sartén es mejor ir poniendo de a poquito el aceite. Cuando están prontas se les tira un chorrito de jugo de limón.
Quedan mucho mejor hechas en el momento.



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sábado, 12 de marzo de 2016

No-huevos revueltos (o como hacer huevo vegano)

Sueño con escribir un libro que se llame “guía práctica para que te guste el tofu”, y cuando escriba ese libro seguro va a estar esa receta. No es para todos, pero se gana un lugar por lo fácil y lo similar que queda al original.

Ojo, no soy del bando de gente que le gusta hacer versiones de “mentirita” de cosas no veganas, pero cada tanto disfruto el desafío y se que hay gente que extraña ciertos sabores, y le hace bien descubrirlos de vuelta.

Esta receta tiene tres ingredientes, pero uno que es especialmente clave para que esto tengo gusto a huevo, y es la sal negra. Probablemente no muchos la conozcan, así que se las presento. Es una sal de origen volcánico, tiene una concentración alta de compuestos de azufre y es lo que le da su gusto/aroma característico. No es fácil de encontrar, pero lo he visto cada vez más en casitas naturistas.

Personalmente creo que tiene un gusto muy fuerte, y no es algo que comería todos los días. Pero el gusto que aporta es realmente impresionante, y vale la pena probarlo al menos una vez. El otro ingrediente es el curry, que tiene de base la cúrcuma que es la que le da el colorcito amarillo. Se podría usar directamente la cúrcuma, pero a mi no me gusta mucho su sabor, así que prefiero el curry, que tiene cúrcuma, pero también otro montón de especias. Al respecto de la cúrcuma, todos los días le encuentran una propiedad nueva, les recomiendo investigar, es un súper condimento.

Y sobre el tofu, levanta amores y odios. Amores porque es un alimento con mucha cantidad de proteínas, y mucho calcio (importante para los veganos que a veces se nos puede complicar para conseguirlo), y odios porque esta hecho de soja, y la soja en si es bastante controversial. Yo, me inclino más para el grupo de los primeros.

Ingredientes:
  • Tofu 
  • Sal negra 
  • Curry 
  •  (¿Cantidades? ¡A gusto!) 
  •  Opcionales pero que le van muy bien: cebolla y morrón salteados. 

Preparación:
Aplastar el tofu con un tenedor, y dorarlo en una sartén con un poco de aceite. Agregarle la sal negra (molida fina) y el curry. Agregar de a poco los condimentos, e ir probando. Opcional: saltear cebolla y morrón picado chiquito y agregárselo al tofu.

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